Monday, November 28, 2005

El Pez Azul



...sé que estas flotando, buscando... y encontrás: ...que el amor es como una advertencia de la felicidad...que el amor es tan difícil de comprender... que el amor es también esa sensación que produce vaciarse en llanto por alguien a quien no querés perder...el amor es una terrible tristeza antes de un sueño de agua y paz.. que el amor es vaciarse por completo y empezar...que el amor es un aroma...que el amor es ese beso y - “mi amor basta”...que el amor es un ocaso...que el amor es un grito tragado para que vuelvas...que el amor es una canción que nunca se termina de componer...que el amor es una pintura que todos los días cambia sin fin...que el amor es decir te amo, te amo, te amo, te juro que te amo...el amor es regalar lo que uno quiere, regalar lo que uno ama...el amor es el sonido de respirar, un respiro... el amor es un dulce susurro que nunca se deja escuchar pero puede escribirse... el amor es eso que te sorprende... el amor es una semilla... el amor es una caricia de alivio sobre ningún sufrimiento... el amor es una ola enorme azul_turqueza...el amor es un amanecer de respiros y aromas.... el amor es un sueño descansado, descalzo, descarnado acelular....el amor es la poesía...el amor es la poesía del amor y lo que lo hace poesía...el amor es tan difícil de percibir a veces como de evitar...el amor es absolutamente irracional...el amor llega un día y ni se presenta...el amor llega todos los días con pompas y fuegos...el amor es lo que no buscás... el amor es lo que buscás...el amor es un regalo...el amor es una luz que no brilla a quien no se abre... el amor te abre aunque no quieras...el amor es un paquete de papel chino azul...el amor es naranja y negro...también es verde...el amor parece negro si no lo ves...el amor es negro_azul_violeta tanto que también es sangre...el amor no se decide...el amor si lo intentás evitar te enloquece hasta que quedás cara a cara y lo lloras descarnado y felíz... el amor enloquece al que persistentemente lo evita...sano es el amor cuando ya no se lo evita...el amor si lo pensás te arrebata: la razón, el criterio, el tiempo, las manos, los pies, los labios, la piel, los huesos, te estrella en un éter y te vuelve a tu lugar de colores y palabras...el amor te saca la sangre del cuerpo y la cambia por algo que alarga los “algos”...el amor sos vos, lo que tengas por ver...el amor es ésto...el amor es...el amor es un tiempo que nadie se atreve a medir...el amor es un alivio de caricias cuando hay sufrimiento...el amor es la companía... el amor ayuda a pensar, descansado...el amor es recuerdo claro con sonrisas... el amor es la sonrisa de un recuerdo claro... el amor que te tengo es este amor... ahora... el amor cuando no se lo escucha puede retirarse en apariencia y en la noche cambia partes del pensamiento...el amor si se le teme es un arlequín que salta y juega hasta el hartazgo alrededor ... el amor es este terrible amor que pende...el amor no es nada a quien quiera calcularlo y es todo cuando desiste la cuenta...el amor es el otro cuando nos ama y uno cuando ama al otro... el amor es un pez fuera del agua pendiendo de un árbol...el amor es...




Acuarela y tinta sobre papel
21 x 29 cm
2003



escrito a "El pez azul"
Por Hernán Ronsino

El pez azul.

1

El niño tuerto lo vio llegar. Con el bote de los pecadores, lo vio llegar. Mejor dicho, cuando la red cayó sobre los juncos que trepan siempre la orilla, lo vio llegar. Y lo vio, como se ve una piedra preciosa resplandeciendo en el barro. Porque los demás pescados parecían barro. Venían del fondo de ese río oscuro y muerto. Y se dejaban atrapar en las redes. El niño tuerto estaba sentado en los pilares del puente viejo, tuerto como era, sucio como estaba, con un olor a mandarina creciéndole en la punta de los dedos, y los bolsillos, cargados de cascotes. Miró, el niño tuerto, rodeado de silencio, el botecito de los pescadores que doblaba en el recodo del río: el rumor de los remos, empezaba a llamar la atención. Al rato, subieron a la orilla. Bajaron los hombres, silenciosos, rudos, hábiles en el oficio; uno tiró la red, los pescados se desparramaron como un mazo de cartas. Eso fue lo primero que vio, el niño tuerto, una franja de barro saltando de un lado a otro. Hasta que el sol, el sol de las dos de la tarde, en el medio del campo, lo alumbró: el pez, vivo, azul, restallaba como un vidrio en medio de la suciedad.
Los hombres arrastraron la red, hasta la Dodge naranja, que estaba estacionada debajo de unos sauces. El niño tuerto, sintió la necesidad de correr. Aparecieron tres perros galgos, flacos y violentos, justo unos metros antes de que el niño tuerto se acercara a los pescadores. El niño tuerto señaló la red. Uno de los pescadores silbó, y los perros bajaron la guardia. El niño tuerto, corrió hasta la red.
- Pescaron uno azul, dijo.
Los hombres se miraron. Estaban cansados y querían volver a sus ranchos.
Cargaron la red.
El niño tuerto insistió:
- Hay uno azul, incandila.
Los hombres abrieron la red, sobre la caja de la Dogde: los pescados saltaban moribundos, marrones. El niño tuerto dijo que seguro estaba bien abajo: hundió sus manos, con olor a mandarina, hasta llegar al fondo. Los hombres se miraron y volvieron a cerrar la red.
La Dodge salió despacio.
Los galgos iban atrás, custodiando.
El niño tuerto se volvió a sentar en los pilares. El sol seguía fuerte. Se quedó ahí, hasta que la luz fue apagándose, y sobre el lomo de los montes, del otro lado del río, hacia el este, donde nace la noche, una luminosidad azul, acerada, le recordó al pez.
El niño tuerto dice que vio un pez azul, entre tantos pescados marrones, sucios, de río. El niño tuerto dice que el pez azul tenía el color de la parte de atrás de los atardeceres. Y se lo llevaron, dice. Al pez.

2
El camino de tierra se corta en el río.
Desde acá lo veo. Al río.
Veo el lomo, marrón, cuando caracolea.
También aparecen los pilares del puente. El puente, en la oscuridad, es un animal embalsamado.
El cielo tiene una luna blanca, redonda.
Mi sombra se estira sobre la calle de tierra.
¿Qué veo cuando veo mi sombra estirándose sobre la calle de tierra, recortada por la luz lechosa de la luna?
Veo un cuerpo encorvado, sostenido por un bastón, que avanza.
Llego.
El río tiene un nombre, pero antes del nombre tiene un olor.
Puedo reconocer el olor de este río.
Me siento en los pilares del puente.
El agua corre, silenciosa. Toca las paredes del puente. Lo marca.
Como el tiempo marcó este cuerpo que tengo.
Tuerto, me dicen. Desde cuando, me dicen.
Alguien inventa una historia, entonces.
Boxeo, pierdo un ojo, quedo tuerto.
Repiten, la historia, en los bares. Se confirma, mi historia, inventada, cada vez que la cuentan, cada vez que la repiten, deformada.
Pero el río sabe la verdadera historia.
Nací, con un ojo.
Veo al mundo partido.
Vuelvo. Para ver la verdadera historia.
El agua corre. (Lo espero.)
Viejo, vuelvo, al río.
Tiro una piedra.
Sobre el agua se dibujan ondas. Rompo la tranquilidad del agua.
Conmuevo al río.
La esperanza es un movimiento constante, me preguntan.
Puede ser, digo.
Una vez, digo, este río que tiene un nombre, pero antes un olor, me mostró un pez azul.
La esperanza es un movimiento constante, me preguntan.
Puede ser, digo, Tuerto, como soy.
Y Viejo.
(Lo espero.)
Veo al mundo partido. Desde que nací.
Pero cada noche, vengo a este puente, a ver cómo cruza en el fondo del agua, como saltando hacia el cielo, aquella forma.
Pasa siempre a la misma hora, cuando ladran los últimos perros.
Es la parte de atrás de los atardeceres. La parte acerada.
Una forma que no pertenece a este río.
Puedo reconocer el olor, pero no esa forma. En este río.
Un pez azul, que se desliza.
Y resplandece. Todas las noches, a la misma hora.
Me alumbra completo, al pasar. Me enciende el hueco vacío de mi otro ojo.
Y sigue viaje, después, hacia delante.
Entero.
Buscando el mar.

2005